El mundo real ha muerto, viva el mundo real
Cuando vivÃamos en el mundo fÃsico real, en esa era que ahora parece tan lejana, nos refugiábamos acaso demasiado en el virtual, y ahora que estamos obligados al virtual, queremos volver corriendo al fÃsico. En un momento de confinamiento forzoso, lo virtual se expande, pisa firme, nos sirve extraordinariamente y se consolida en una sociedad que ya alertaba de su peso excesivo, pero que se ve obligada a rendirse, al menos momentáneamente, a la pantalla y el teclado. La crisis del coronavirus nos pilla con un sistema de relaciones virtuales muy engrasado frente a las relaciones fÃsicas menguantes en esta era de redes sociales y conexión constante.
Pero la victoria es solo momentánea. La excesiva dependencia a la que nos hemos visto obligados nos ha hecho añorar repentinamente un contacto más fÃsico en el que no basta un mensaje de WhatsApp sino una relación que vuelva a pasar por los sentidos: el visual, con videoconferencias que hasta los más torpes estamos practicando, o el oÃdo que nos permita escuchar y captar la voz en un grado de empatÃa obviamente superior a lo escrito. El aumento de llamadas telefónicas desde el fijo (134%, según cifras de Vodafone el pasado lunes) o el crecimiento general del tráfico de voz (84% el fin de semana, según Telefónica) nos ha devuelto a la realidad de una necesidad humana a veces postergada por la velocidad en que vivimos.
PUBLICADO POR
Carlos Fernandez
Ingeniero en Sistema / Diseñador / Publicista / Locutor
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